viernes, 2 de diciembre de 2016

2029


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>>Existe hoy esa subespecie de persona humana, que tiende incesantemente lazos y puentes hacia su pariente próximo el borrego, los cuales [lazos y puentes] le permiten vivir allende toda responsabilidad y en un mundo donde todo es: Búsqueda incesante de culpables; Quejas herrumbrosas, miserables (balidos al borde de despeñadero); Lánguidas, ovejunas y vacuas miradas hacia el pastor o su perro afín, intentando buscar un hilo de razón, asentimiento o asidero en su maldito y rumiante quehacer; Amaneceres plomizos y proteicos, que lastran el redil hacia zonas pastuencas, raídas, comunes, comunales..., nada proteínicas, y que abonan sin azúcares dos lóbulos ya de por sí faltuscos en las Batuecas y desmejorados urbi et orbi. Esta ganadería que desgasta trochas y red pecuaria es la que clama empinada, con hondo dolor de sus cervicales, a su inquietante Cielo para exigir que haya en su comedero una ración de heno por la patilla. Estos adanistas mostrencos en su metálico discurso diario ante micrófono Magneti Marelli años 30 aburren hasta a sus incondicionales y tintadas de morado abuelas. Se erigen adalides in pectore de todo el inventario de causas perdidas habidas en el sumario de todo noticiario a las tres. Se camuflan tras el término Gente y proclaman trabajar para algo tan impersonal como Ella; eso sí, sin bosquejar un solo brochazo que haga pensar que, aunque con un estilo diferente, heterodoxo, el testero del tajo en liza quedará pintado. Ni bien ni mal, pintado..., sólo pintado.

Ganado rancio, maloliente --destinado a baños rebajados con Zotal--, con bolitas en la ropa, corbatitas de gomilla y sarro a los treinta y tantos... Le bailan el agua al chino, al Papa ultramontano y a sus amigotes del alma del coño sur; mientras, sus ayos, en sus enmoquetados chiringuitos periodísticos, mass medias --¡Más Medias, please!-- y cuentas de resultados en fulgurante "¡Hasta la victoria y la ruina subvencionada, siempre!", los envalentonan procurando que sus niñatos en la Puerta del Sol reediten la Place de la Concorde del ylustrado 1789. Trileros de mercadillo , vendedores de crecepelo más allá del Pecos, Uri Geller´s a todo color en LG´s cóncavas...<<

En su emborronado y amarillento manuscrito que conservaba aún desde hacía tres lustros, encartado en su 1984 de Orwell, derramó algunas lágrimas antes del asalto final. Durante los últimos quince años, leyes tan fascistas, anacrónicas y aberrantes, como la constante y fervorosamente retocada de Violencia de Género (de sexo, para estos últimos de Filipinas), con vientos de costado para unas y empopadas contra todos, habían terminado calando y desmoronando toda la estructura social. Fueron muy pocas las mujeres que NO sucumbieron a aquel Hamelín que les proponía venganza histérica sobre la historia que el flautista melodiaba. Como ratones a un apestoso queso azul se abalanzaron dos generaciones consecutivas: la de las madres y la de sus camadas. Recordaba, el apesadumbrado y roto francotirador, el último lustro como algo estomagante, pues una de las postreras añadiduras a la ultramontana ley fue lo que sigue: "...aquella mujer que en ámbito público o privado tenga certeza sobre si la mirada, aún de soslayo, que cualquier macho le dedica es amenazante o simplemente inadecuada, a su criterio, podrá pulsar instantáneamente el botón rojo de su pulsera y el autor entrará de modo sumario en prisión"...

Qué tremendo y duro resultó ser todo esto, todo aquello, para ese ramillete de mujeres cabales nacidas allá por la década de los sesenta del siglo pasado, y desmarcadas motu proprio del anteriormente relatado establishment --recordó el apostado y derrengado francotirador  sobre la torre de vigía--. No sólo les tocó nadar contracorriente, sino que sufrieron las consecuencias económicas de un sistema de pensiones en quiebra, en un Estado descompuesto. Ellas, que decidieron salir durante su juventud del mullido hogar y se batieron el cobre en campos no precisamente de lis y lavanda. Ellas, puntas de lanzas de razonables reivindicaciones, acunadas y adormecidas durante siglos y puestas en marcha durante su generación. Ellas, contribuyentes activas a una S.S. que llegada la hora les trocó telarañas por parné. Ellas, enrasadas al fin en infartos y Gólgotas sanitarios con sus compañeros de camino. Ellas, desconcertadas, desencantadas, capitidisminuidas y vulnerables en un mundo a la deriva. Ellas, que a los setenta ya no ostentaban mayoritariamente el título de viudez.

A los ocho años de Trump le habían seguido cinco --de momento-- de su engurruñada y enigmática esposa. En lo que ellos llamaban América no volvió a entrar ni una chincheta china; aprendieron por fin a cultivar el olivo y a apacentar guarros no de San Francisco sino 5J; floreció de nuevo la marchita Detroit; de la 7ª a la 2ª Flota fueron saldadas a los mejores postores, software de los buques con gusanos y troyanos incluidos y sin posibilidad de repuestos; con la Primera Flota les bastó para tener salvaguardadas sus dos costas de cualquier tentación externa; la endogamia económica yankee lamía sus heridas entre asbestos, rentables barrizales y bolsas pedorras de gas. Cuba siguió pasando de mano en mano, con la simple premisa de la New Age comunista: Que el chulo de turno tocara bien las gónadas unas pocas millas al norte de Santiago. Putin, después de no mucho pensarlo, visitó al neurótico cirujano plástico de Bruce Jenner y Camilo VI; por adentro seguía igual: con serias dudas en la rifa de gases, trigos y petróleos entre los nietos de sus ex compañeros de la KGB... €uropa, empero pompero, no pudo sujetarse con espiches, alcayatas y destornilladores de hierro dulce amarillo. Los nietos de los del baby boom fueron 1/6 que sus abuelos: en número y letras... A los mejillones al vapor de Bruxelles, la fUNEStCO los proclamó no sé qué inmaterial e incomestible de la humanidad... Del Parlamento en el corazón del Benelux, de la ciudad más fea del universo --vosotras me lo permitiréis, Albacete y Castellón--, salieron leyes tales como aquella que otorgaba el título de profesor honoris causa de la Universidad de su pueblo a todo ciudadano por el simple hecho de nacer. El último grito del Sistema Educativo funcionaba así, de Lisboa a Helsinki: los infantes de siete años eran titulares de sus doctorados y portadores de sus becas sobre sus pechos, y culminaban ya medio padres con el "a e i o u"... Si las generaciones anteriores se habían iniciado con el catón, para culminar con veinticinco tacos dudando conjugar cualquier imperativo y cometiendo faltas de ortografía hasta hablando..., creyeron los del pastiche Uropeo, que invertir el proceso no daría ningún resultado pero quedaría original y molón, como aquella ya añeja peli del hoy orondo Pitt, Brad, en la que la mamá del prota lo echa por la puerta del patio con gayato e Indasec XXL.

En eso estaban, absortos en sus pensamientos, el manojito de septuagenarios, arriba, en el soberado de la casa que compartían, armados como los niños perdidos de Peter Pan, cuando vieron acercarse con muy malas intenciones a aquellos que se habían conjurado para arrebatarles hasta los calendarios de Playboy... Pañuelitos palestinos, camisetillas emporcadas con Ches y Fideles, flequillitos de orinal y mucho piojo, esa era la vanguardia, con calimocho y espaditas láser, que flanqueaba la propiedad a violar. El de la atalaya pudo elegir blanco; cerró los ojos y le temblaron las piernas cuando apareció una figura por la mira. Discriminó el tiro.





ana©asaenrama

diciembre2016

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