martes, 1 de noviembre de 2016

MOSCAS... EN NOVIEMBRE.







     Creo que el otoño es la peor estación del tren de la vida. Si no, ¿por qué durante su parada ocurre que se nos termina por caer casi todo...?; hasta el irrisorio saldo de nuestra cc, cuando pasados los Santos se nos aparece el malaje del socialdemócrata Montoro con su disfraz de recaudador y el "¿Qué hay de lo mío?: ¡el 2º plazo del IRPufffff!".


                           
    

     Tuvo que ser durante el decadente otoño de 1990 cuando se publicó la nefasta LOGSE. Ésa que ha amamantado y dado luz de gas a las últimas hornadas de diplomados y licenciados. Ésa que permitió convivir bajo un mismo techo, y a la par, a lumbreras y los otrora recalcitrantes repetidores, amén de criaturas más bien de cotolengo. Maldita LOGSE, pasando tabla rasa sobre todo bípedo viviente; ama de leche de tanto rufián aforado.



     En el otoño de nuestras vidas desearíamos quedarnos permanentemente los que nacimos entre el 55 y el 70 del siglo XX, que somos legión, por cierto. Parar no el reloj, sino el tiempo: ese artificio como el de los Meridianos y los Paralelos, sin los cuales no hay Neptuno que se aclare. Fondear al atardecer en la calma y abrigada rada. Financiadas al fin nuestras vitales necesidades por las cotizaciones de chinos, exentos de todo menos de sonreír a lo bobalicón al tendido, y por las dos o tres generaciones patrias posteriores a nosotros, que las hemos hecho pírricas en tantos sentidos. Dese por bien jodido quien no haya pulido la virtud del judío: ahorrar. No hay que ponerse nervioso en el minuto 15 del 2º tiempo, no; han comenzado a saborear anticipadamente el descanso del guerrero los del 55, ya veremos las migajas del mantel que van quedando para los de los Chiripitifláuticos y los de Espinete... Cosas más extrañas se han visto, como que la Masa Monetaria no tenga valor (0,?%) y que el negocio bancario vaya a desaparecer: Hay un trasfondo de una ideología muy maliciosa detrás del hecho o la teoría de que el dinero no tenga valor y de que el ahorro es tóxico*, pues la conjugación en imperativo categórico que nos muestra no es otra cosa que "¡Consuman y derrochen y no piensen en el mañana!". Nada de enfriar la economía y dar treguas y tiempos de reflexiones hasta la próxima jugada: ¡A lo loco, a lo loco! Éso, y que mientras te pones al día con el muestrario de caderas (de titanio, sean malpensados) cotizarás --suena a Mandamiento-- por los siglos de los siglos.


     Pero la Vida siempre se abre paso; las ganas de vivir agudizan el ingenio, y Doña Fátima y Don Cristóbal son de nuestra generación y se harán sólidos con la causa, en el descuento... ¡Sí! Siempre la Imaginación hace su postrero nido en la política, incluso, y algún andobilla discurrirá acerca de un impuesto a favor de los Abuelos, como el €uro de la luz o el de los hidrocarburos, hablando con fineza.

     Tiempo --el Otoño-- de nostalgias. ¡Malo! <<La nostalgia y la esperanza son dos vicios simétricos del corazón>>. De nostalgias y parpadeos a media persiana. De no hacer acopio de una pizca de voluntad para tronchar conductas, posturas y tics enmerdados sólo por inercias comodonas y del "Qué dirán"... Tiempo de zarandas con el personal y la familia..., y ver lo selecto de la cosecha.


     ¡Ay, Otoño, otoño! Tú que ensamblas los cimientos de nuestras vidas con la techumbre reparadora. Tú que nos colocas de fiel fiel entre nuestros hijos y nuestros padres. Tú que en tus templados atardeceres nos haces vibrar con cada golpe de pulmón. Tú que ya nos acomodas entre el Cielo y la tierra... 


Un Bálsamo no me dirán que no soy.


ana©asaenrama


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