... Seguid hambrientos...¡?
... Seguid alocados...¡?
¡Oh,
Señor Jobs!, en su discurso de graduación a los muchachos de
Stanford adoleció usted totalmente de falsa modestia. ¡Sí! No dejó
que asomase a su magnífica Historia ni un atisbo de su genialidad
innata y, lo que es más importante…, adquirida. Las aherrojó bajo
siete llaves en una mazmorra para que nadie sospechase que la base de
todo lo que había conseguido estuvo en su talento portentoso. Usted,
Señor Jobs, prodigio de hombre, es la prueba palpable y viviente de
que la excelencia se abre paso siempre, dentro o fuera de la
Universidad; pero…, no siguiendo la trocha de la recua... abocada al
instinto, a la intuición y a la fuerza del corazón --todo muy digno
de letra y música de Joan Báez--. Sabemos que toda la corrida
emoción anterior fue un copiapega
añadido a posteriori por usted --como muy bien reconoció en el
atril del campus de Stanford--, uniendo los puntos románticos, bucólicos,
sensibleros, ascéticos y artísticos de su fantástica vida...,
Señor Jobs.
Les camufló a los chicos lo más importante --«trabajamos mucho»,
apareció una sola vez en su discurso y de pasada-- , que es: el tesón
y el esfuerzo intelectual constante realizado por usted para
conseguir tanto; el haber puesto los talentos suyos a buen interés
interanual. Además, haberse despedido ante personas que le
escuchaban embelesadas --por no decir embobadas-- como amantes
seducidos, con el: «Seguid hambrientos, seguid
alocados», recordó, de
forma infausta, un poco todo aquello del "Tierno" y Viejo Profesor …
Para
aumentar la mente humana no hace falta «aumentarla» de estas
formas, y menos recomendárselo a la chavalería, mi querido Steve.
Un abrazo enorme allí donde estés. ¡Ah, se quedaba en el
tintero!...: por las mañanas, cuando los humildes mortales nos
enfrentemos ante el espejo cuestionándonos aquello de: Si
fuese el último día de mi vida, ¿haría lo que voy a hacer hoy?
Aparte de mil respuestas y «posturas» ocurrentes, nos gustaría, a
los que aún no necesitamos comenzar el día con Prozac,
que desde el fondo del espejo, allá al final de esa luz que aparece
en nuestro ojo, saliese usted con su candil para iluminarnos..., no
el último día de nuestra vida --por favor--, sino durante el resto;
teniéndolo como modelo de tesón y coraje, de arranque, de fuerza mantenida,
y sólo en algunas ocasiones, como consejero emocional… Lo dicho
Steve, que el amor incondicional de los tuyos y la admiración de
todos te acompañen.
Un abrazo.
Un abrazo.
Discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford durante el acto de graduación del año 2005.
- sobre los textos
© Rafael Mariano Domínguez Fraile (ana casaenrama)Febrero de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario