martes, 14 de enero de 2014

Cuento [NO] de Navidad





  CUENTO [NO] DE NAVIDAD


                       ... El Cuento que atenaza a ellos y encandila, al final, a ellas...                                







                               "El secreto de ser aburrido es decirlo todo"   (Voltaire)







Fue en aquel preciso y asombroso instante de la madrugada en el que aparecían por su plasma los últimos créditos a modo de barredura, o miajas, de la peli acabada de ver --marca y todo del celuloide con el que había sido filmada: (Kodak) Más allá de la vida”--, y sólo unos momentos antes de pasarse por vez última por el aseo..., coserse "el comedor" con la cinta dental..., cepillárselo --que mal suena-- con el “duro” de Hacendado y finalmente acostarse... Fue en aquel preciso y hechizado instante..., cuando a Raúl, encarando de modo hipnótico el Panasonic, aún le quedó un restito de fuerzas para subrayar y repasar mentalmente los personajes --dirigidos por Clint Eastwood-- y sus circunstancias. El bueno de Clint no tenía secretos para él. Se mofaba de los arribistas que lo habían descubierto y subido a hombros --a la vejez viruelas-- durante su más inmensa madurez. Raúl, en el Cine Goya y hacia finales de los setenta ya lo había hecho, reconociéndole méritos en toda la saga de los “Harry”. Donde todos vieron, entonces, sólo un descomunal pistolón y una mueca-rictus a modo de foto fija y con las tablas --si acaso-- del bedel del Actors Studio, él siempre supo vislumbrar un actorazo sensible… Él, y la que a menudo le acompañaba cuando reestrenaban en Nervión la última de Eastwood… <<Rosauraaa…, Rosauraaa…, hermanita>>. Se lo dijo así, en la espesa penumbra, entre sombras inquietantes; arrastrando su nombre para evocarla mejor, y a media voz, con el fin de que Ella le oyese desde ese lugar... más allá de la vida, tan acertadamente recreado en el peliculón que acababa de disfrutar en solitario. En el salón de su casa, recostado en su egoísta sillón reclinable, y con el recogimiento que mana de un hogar inundado de madrugada ya, prosiguió con el elenco de “Más allá de la vida”. ¡Cómo le sonaba lo del hermanito desamparado por la terrible y traumática pérdida de su gemelo!, y la ausencia nunca superada. Quiso mirarse, pero raudo desestimó, en el espejo del personaje protagonista --Matt Damon--: catalizador, con sus manos y su don, de una trama dirigida hacia una mágica finalidad..., indescifrable hasta el ocaso del metraje. En la periodista superviviente del tsunami y en su ensortijado pelo vio a su mujer, Raquel, que dormía ya plácidamente en la alcoba, al lado, desde un rato ha, pero que no obstante y hasta el día siguiente, cuando los cimientos de la vida de Raúl se los fuera a serrar él mismo a conciencia y a carta descabal, no supo exactamente ingeniar ni relacionar el papel que jugaría ella en la carambola a tres bandas que el destino estaba dibujando sobre el tapete de su vida…, de sus vidas. Mientras en el cuarto de baño cepillaba con Colgate esa parte de la calavera que se deja, hizo un repaso del viernes de órdago que había tenido, justo hasta un poco antes del postrero y escurrido rato de remanso gozado con la peli. No pudo mantenerle la mirada al reflejo del azogue, del cuarto de baño, ni cinco segundos seguidos: seguramente por asuntos que avergonzaban en último término al dueño del inconsecuente y canallita destello...


Desde el lunes de esa misma semana había estado tonteando en el face con una ex-compañera de trabajo de hacía veinte años. Ella, tras cuatro lustros en diferentes destinos, recaló de nuevo en la ciudad que nos entretiene…: cualquiera es güena… Aprovechó la dama la desocupada zona azul que por actualizada situación sentimental --sin semental-- presumía para mostrársela cual gorrilla al reencontrado Raúl: buscador impávido, en este acto de su gala, de un hueco ocasional que rellenar… Durante toda la semana el informal dúo calentó motores virtuales. Al final, quedarían en reinventarse físicamente durante la tardenoche del sábado --mañana mismo, vaya--. Raúl vio en ella la salidita furtiva hacia campos más lozanos que le dejasen disfrutar de paisajes, sudores, olores y sabores distintos a los que él solía. La relación con su mujer atravesaba una de las últimas escarpadas crisis en la vida de las parejas: la del cincuentón que en esa transición sin matices que va de la primavera al otoño de su existir, y que siempre de modo “inconsciente” y a menudo desordenado, revoluciona su vida cabalmente establecida durante toda su madurez, da un volantazo y confecciona de un día para otro una radical conversión: ¡vamos!, pasara de Armani y Salvatore Ferragamo a camisetilla de tirantes y chanclas del Carrefour... Pero además, la vida de la pareja en este punto vital se encontraba entreverada por un mar de problemas adosados a ella, y que le restaba ese tono fresco, cómplice y dicharachero que tánto, Raúl, añoraba en su matrimonio; aunque muchas de las marejadas por las que se veían sacudidos --hijos siempre en edades difíciles; padres provectos perdidos; y un manojito nada desdeñable de hermanos y familiares coñazo-- no provenían directamente del océano de su directa e íntima relación. Últimamente, todo acontecer parecía confabularse para hacer diana y mella en, y entre, Raquel y Raúl. El sábado --inminente ya-- a primera hora de la mañana se sabría el tipo de pasta con la que daban forma, una y otro, a su matrimonio...


Se sintió incómodo sentado en el borde de la interminable, en otros tiempos, cama de matrimonio; hizo oídos al pausado y sincrónico respirar de Raquel; giró el cuello 180º y se recreó en la parte que más le atraía del proporcionado cuerpo de ella: su espesa, voluminosa --voluptuosa-- y ensortijada cabellera color caoba…, olor a Raquel. Durante las cinco noches laborables de la semana que tocaba a su fín, no recordaba haberse persignado mirando al crucifijo y a la estampita plastificada de la Virgen de Fátima. Cuando en su vida alguna actitud suya le chirriaba moralmente, declinaba los menesteres religiosos: hombre simplón y susceptible a errar en demasía, era en lo que en estos atribulados momentos se convertía el inconsecuente marido de Raquel… Con una poca de comezón, dándole los últimos retoques a la verosímil excusa que durante el *sábado* a primera hora le daría a su mujer para poner pies y todo lo demás en Polvorosa, y pensando --de forma plúmbea, confusa pero relamida-- en la tardenoche que le aguardaba al día siguiente, se durmió. Soñó con el hecho más marcado de la jornada que ya veía por el retrovisor: la compra de un nuevo smartphone por parte de Raquel...




Hacía ya dos o tres meses que ésta le insistía casi machaconamente para que le ayudase a chequear diferentes ofertas de móviles, pues el tamaño de la pantallita de su amortizada BlackBerry era directamente proporcional a su agudeza visual de cerca: pequeñita. Como quisiese que Raúl gastaba un Nokia obsoleto hasta la avaricia o la extenuación --que no tenía posibilidad de virguería alguna de última generación, incluida el wassap--, la intención de Raquel era que él se la agenciase, su BlackBerry, mientras le hiciera papel a su marido; máxime, teniendo en cuenta que Raúl no era nada exigente con estar a la última en tecnología. Dicho y por fín hecho: el viernes tarde, y después de casi tres lunas porfiando tras él, un smartphone del fnac que no se lo saltaba un galgo alumbraba los ojos cansados y la vida de Raquel. Al llegar a casa, Raúl le puso operativo el nuevo terminal a su esposa. Y también le traspasó la SIM que dormitaba en su viejo Nokia a su novedosa compañera BlackBerry… Después de cenar, y poco antes de enchufarse a “Más allá de la vida”, le endilgó el cargador, pués así, durante la mañanita del sabadito se familiarizaría con el que había sido hasta este día el teléfono de su mujer.



El sábado, más agitado que emocionado por sus inminentes “reestrenos”, madrugó… Tras el desayuno se sumergió en la pantalla de inicio de su “nuevo” terminal. Comprobó que todos los contactos grabados en su tarjeta SIM eran correctos; había una serie de ellos que correspondían a los guardados con anterioridad en la memoria por Raquel; no los tocó, pues ella querría traspasarlos manualmente a su nuevo teléfono. Continuó con el registro de llamadas; de éstas había un carro: las borró todas. Ahora le tocaba el turno a los chats del wassap… Conforme iba apareciendo el recuadrito con la foto correspondiente, él hacía callo en su índice con el “borrar”, una y otra vez, una y otra vez. <<Raquel, tienes esto como el piso de un chino: abarrotaito de personal, ¡vamos!>>. Se dijo para él mismo, de forma queda.
¡¡¡ALTO!!!: afotito de chico joven y guapo con final de conversación de su mujer asomando: “jijijijiji + emoticono de besitos amorosos”. Se trataba de una retahíla de bocadillos con un diálogo nimio y desenfadado entre ella y un ex alumno suyo, de veintinueve años. Y dependiendo de los ojos con los que se leyera, podía interpretarse lo que a uno le viniese en ganas… La liberalidad y el despropósito con los que él había tratado el asunto del tonteo con su ex compañera de trabajo de hacía veinte años, durante toda esta semana, se le vino abajo…, a los pies, vamos. Por la detallada descripción y enumeración de lo que a este mindundi le corrió y le recorrió en ese crítico instante por todo su cuerpo nos será revelada una idea aproximada de su transmutado estado: el espinazo supo con exactitud de cirujano cerebral dónde estaba, pues una descarga eléctrica se lo notificó, desde la rabadilla al bulbo raquídeo; sus rodillas ejercieron como las de un niñito de portada de Matías Prats, del Biafra, y no pudieron soportar el tembleque de las columnas de sus piernas; en el estómago sintió la cosmogonía de un negrísimo agujero..., con orbital y meteórica descomposición moral incluidas; su corazón parecía necesitar que lo sacaran de ese pecho comprimido, al que el mismo aire que le insuflaba vida a la vez lo achicharraba. Su piel se erizó calcando el mismo movimiento de hacía --precisamente-- veinte años, cuando desde la UCI del Virgen del Rocío una aséptica enfermera descolgó un teléfono todavía de dial y le comunicó que su querida hermana Rosaura acababa de morir...


El brabuconcete y desnortado cincuentón de hacía apenas unos minutos se había transmutado en pelele mal cagado, al verse sacudida y reflejada su máscara de mala conciencia --como tremendo astado multipuntas de Cazorla-- en el espejo-pantalla del supuesto engaño de su mujer... Sus párpados, persianas de nuestra compostura, se echaron como pesado telón en teatro con orden de desahucio; y en la más tenebrosa y cortante oscuridad, con la platea apagada, intentó reestrenar la escena del último detalle tenido con ella...: fundió en negro, el apuntador esta vez falló... Presumió sin ningún fundamento que la había perdido; intentando que la que en el cuarto de al lado aún dormía se mirara en su asqueroso espejo, en el de él... En estado de shock puro se dejó arrastrar como bergantín en pleno temporal. Al fin, en sus ojos se izó e hizo el mediterráneo y recaló desarbolado y muelle en el muelle recién alboreado de Raquel... De rodillas, junto a la mesita de noche de su mujer, con la BlackBerry en su temblorosa mano, encendió la lamparita tan cuca y apañada del IKEA…


- ¡¡Raul, por Dios!! ¿Qué haces ahí de rodillas llorando? ¿Ha pasado algo?... ¡¡Dime de una pajolera vez!!


- ¿Por qué me has engañado, Raquel? -estaba deshecho y balbuceaba el gilipollas.


- ¡Pero qué dices, chalao?... ¿Qué escondes ahí en la mano?
-Raquel no salía de su asombro, sentada en la cama; y parecía temerosa por lo desconcertante del cuadro.


- Es la BlackBerry; que estoy borrando tus llamadas y los chats del wassap… No te he cotilleado nada, te lo juro; pero al toparme con este chico tan mono y ese final de conversación tan lleno de complicidad y risueño perdido, me he descompuesto, Raquel... ¡¡De verdad!!!


- ¡A ver, déjame ver!... Eres tonto, coño; sólo es un ex alumno mío que tuvo muchas dificultades y al que he seguido la pista hasta verlo despegar… No hay nada más… Eso te pasa por cruzar puertas que no debes ¡So tonto!


- Pero... esa complicidad en el lenguaje, Raquel, esos besitos con corazones volando…, ¿qué significan? ¡¡Dime!!


- Son el lenguaje y las formas del wassap. Tú los desconoces hasta ahora… Y no sigas por ahí porque me harás enfadar de verdad… ¡Anda, dame un beso y deja ya de temblar!, que te va a dar algo malo en serio… Y tú eres de lo más grande en mi vida, ¡so lelo!... ¡Ven! Échate aquí a mi lado mientras se te pasa el jipido.


Aquella mañana de sábado, Raquel, algo meditabunda, volvió a enganchar el tren del sueño durante un rato más. Raúl, a su vera, era un maremágnum de sensaciones y sentimientos hechos un revoltillo entre lágrimas. Y su desquiciada cabeza, intentando resetear a un momento más digno y cabal, y compadeciéndose del que durante medio siglo la portaba, le relampagueó flashes de los miles de momentos vividos junto a Raquel, su mujer…: se velaron los dificultosos, hizo copias para enmarcar en alpaca de Leofer de los alegres y gozosos.




De todo lo que a continuación sigue no fue consciente ni muchísimo menos en esos momentos de shock; y lo iría desgranando, poco a poco, con el paso de los días y, sobre todo, de las noches, las cuales nos alivian del lastre de la arena en los bolsillos que trae adosado consigo el trajín de la rutina diaria, y nos despejan --a veces-- los nublados de nuestra alma; reposando y calificando y clasificando los fotogramas de la tocada película vivida... y por vivir.



Fue el justiciero de Clint quien se las apañó para que en la programación del viernes noche pusieran su última obra, pasada por la fantástica factoría de Steven Spielberg. Fue el mismo Eastwood quien, dando una patadita con sus botas de tachuelas, avisase --to rechulo-- unas horas antes al espíritu de Rosaura para que cogiese de la mano al pendejo de su hermano, esa misma tarde, y lo arrastrara de una puta vez al fnac, con su cuñada del alma… Fue Rosaura la que descansaba en el hombro de su hermano mientras disfrutaron de la última de “Harry”, pero sin salir “Harry”. Era Ella la que comenzó a susurrarle en la templada y solitaria madrugada el porqué de esta peli, precisamente la víspera del planeado engaño hacia su mujer. Y fue Ella también la encargada de retirarle la última mirada al espejo --en el cuarto de baño--, cuando derrengado de todo el trasiego del día se encaminó al lecho ya violado de intención.



Con el paso de los años, a Raúl le gustaba recrearse relacionando los hechos de la ficción y de la realidad vividos durante aquel viernesysábado que pudieron dar un golpe de timón a su vida, a sus vidas. Siempre vio un nexo candoroso entre el desvalido gemelo, al que el guión le arranca a su hermano, y él; con el aviso y el amparo que el hermano muerto da desde más allá de la muerte, también acabó reconociendo y asimilando parecidos. A la sensible periodista-escritora, siempre le encandiló verla como a su mujer: mujer comprometida, tenaz y resuelta hasta las últimas consecuencias, y buscando constantemente el camino por derecho… Al protagonista --según su personal impresión-- de “Más allá de la muerte”: Matt Damon, lo quiso hacer su alter ego, sólo en un sentido: ese hombre atormentado con un raro Don, pues no encuentra a oscuras el hueco de la preciada última pieza que perfecciona un hermosísimo puzzle…, puzzle que ha sido --a su vez-- capaz de ensamblar él mismo entre tinieblas, zarandeos y dudas vitales… Desmenuzar esta metáfora sabe de largo este humilde narrador que huelga, empero, por el mismo precio a él no le duele prendas... En el espectacular Don del personaje interpretado por el siempre un poco estreñido Matt no hace falta extenderse mucho; su bellísimo puzzle, sería el lago..., el remanso ajeno construido a fuerza y por mor de regalar tanto bálsamo al prójimo, consiguiendo unir a los de este lado del espejo con los del más allá de la muerte, y consolando tanto; y la preciada última pieza por ensamblar, no es otra que la de la Mujer que lo traba definitivamente a este lado de la realidad, a este Bello Mundo, pues aún colmando a sus iguales con tanto tocamiento de manos y zarandeos, y vaciándose él, no halló nunca un sentido claro, pleno y último a su vida. Corresponde el turno al ínclito Raúl: !!pobre marido de Raquel!!, maltratado por este narrador inmisericorde, arrastrándole hacia la picota pública casi desde el arranque del relato...; desdibujada y enmudecida con sordina y cuentagotas su personalidad por el que aquí suscribe... Pero el metraje de este Cuento no da para más, Señores... El Don de nuestro Donjuán, es haber tenido el arte de dar argamasa a un hogar durante el tiempo que cuesta celebrar unas bodas de plata (Ag); su bellísimo puzzle, sería este mismo hogar, o la relación con su mujer, que están en un tris de saltar por los aires o irse al garete; y la preciada última pieza..., debería haber sido: el plus, el esfuerzo, la machada necesaria para poder reconducir este "tráiler" a puntito de hacer la tijera en mala curva de Despeñaperros --recordemos que hasta que el narrador rotule "FIN", este "tráiler" porta conductor y copiloto [Raúl y Raquel], intercambiables...--. A la figura de una metáfora dentro de otra metáfora, este cuentista que tienen ustedes aquí relatando no ha sabido, finalmente, encontrarle nombre; consultara con Borges --hace voto de ello...
El bálsamo, la magia y el buenismo de Dickens también hermanaron realidad y ficción.


Dos cositas más: la CONJUNCIÓN de Matt Damon, la periodista-escritora y el tremendo actor representando al desolado chavalito gemelo, en la Feria del Libro de Londres, fue --al cambio--, en nuestra Historia que felizmente finaliza, aquel momento crucial del espacio/tiempo en el que Raúl estuvo a punto de pulsar el “Borrar” sobre el chat de Raquel con su ex alumno..., Y NO LO HIZO. Sin embargo, esto sólo le consta al narrador y al espíritu de Rosaura… Y todo dirigido por el genial Eastwood, por ti..., Clint.
Y lo último, último: durante los relajados cafés de sobremesa de aquel encrucijado y reconducido, por fin, sábado, se escribieron desde un recien reseteado Hogar --ya remansado-- 2 escuetos wassaps en 2 móviles diferentes:




A) - TÌA!!! OLVÏDAT DE MÎÎÎ !!!!!!!!!
                          
                      + emoticono de diablillo encencido//





B) – Alvarado, amor, el lunes tenemos k hablar sin falta...


         + emoticono de besito muy muy, muy amoroso + :D...//    

                                                          + borrar chat, claro
                            



                                           FIN






Rafael D. Fraile © (ana casaenrama)
anacasaenrama@gmail.com







No hay comentarios:

Publicar un comentario